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Perspectiva de género

El sexo alude a las diferencias físicas y biológicas entre varón y mujer. En cambio, género es una categoría construida social y culturalmente que se aprende y que, por lo tanto, puede evolucionar o cambiar. La perspectiva de género es imprescindible como herramienta para entender y contextualizar la información que producimos y difundimos, pero también porque su incorporación puede colaborar en la modificación de las estructuras patriarcales predominantes.

La perspectiva o visión de género es una categoría analítica que toma los estudios que surgen desde las diferentes vertientes académicas de los feminismos para, desde esa plataforma teórica, cuestionar los estereotipos y elaborar nuevos contenidos que permitan incidir en el imaginario colectivo de una sociedad al servicio de la igualdad y la equidad. La transversalización de la perspectiva de género es el proceso de evaluar las consecuencias que tiene para los hombres y las mujeres cualquier acción planeada, incluidas la legislación, las políticas y los programas, en cualquier sector y en todos los niveles.

Es una estrategia para hacer de los problemas y experiencias de las mujeres y los hombres una dimensión integral del diseño, la ejecución, la vigilancia y la evaluación de las políticas y programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales, de tal manera que no se perpetúe la desigualdad. El objetivo último es conseguir la igualdad de género. Una estrategia para transversalizar la perspectiva de género puede incluir iniciativas afirmativas dirigidas bien sea a las mujeres o a los hombres.

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La perspectiva de género es una herramienta teórica-conceptual basada en la teoría de género que hace posible visibilizar la condición y posición de las mujeres con respecto a los hombres. Desde esta concepción, la perspectiva de género se constituye en un marco metodológico que permite al ámbito gubernamental mejorar las políticas públicas, ya que la detección de los factores de desigualdad que afectan a hombres y mujeres en los diferentes ámbitos del desarrollo es el punto de partida para que quienes planifican y operan los programas y acciones de gobierno pueden modificar las estructuras que mantienen las desigualdades.

Las políticas públicas con enfoque de género son fundamentales para elaborar un diagnóstico desde la realidad social, permitiendo así la toma de decisiones estatales aterrizadas que develen los grados de dominación que pueden sentir los sujetos dependiendo de su nivel de privilegio. Se pueden definir a las políticas públicas con enfoque de género como un proyecto procesal que tiene impregnada una clara perspectiva de derechos humanos, es intencional, debido a que persigue la igualdad y enfatiza el sistema patriarcal y demás estructuras machistas que entablan relaciones jerarquizadas de suprasubordinación a razón del binarismo sexo/genero, contribuye a la construcción de una cultura de igualdad de género, apelando a la erradicación de las estructuras que configuran las opresiones contras las mujeres y personas de diversidad.

México tiene la responsabilidad internacional de incorporar una perspectiva de género en la adopción de políticas públicas, como parte del Sistema Interamericano de Protección de Derechos Humanos. En especial por ser un país dónde el nivel de violencia feminicida es sistemático, generalizado y estructural, resultando elemental abrazar este tipo de políticas, porque se traducen en un reconocimiento, un acto de lucha y de clara voluntad de parte de las autoridades contra la discriminación histórica que han sufrido las mujeres.

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Es decir, las políticas con perspectiva de género son prioritarias para la erradicación de la desigualdad que históricamente ha afectado a las mujeres a través de constructos culturales, la cual se hace práctica en los planos políticos, jurídicos y económicos inmortalizando modelos totalizantes de género. La Convención de Belem do Para de 1994, es la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer. Establece el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia y destaca a la violencia como una violación de los derechos humanos y de las libertades fundamentales. Propone, por primera vez, el desarrollo de mecanismos de protección y defensa de los derechos de las mujeres como fundamentales para luchar contra el fenómeno de la violencia contra su integridad física, sexual y psicológica, tanto en el ámbito público como en el privado, y su reivindicación dentro de la sociedad.